MUÑECAS DE PORCELANA

martes, 9 de febrero de 2010




Máscaras blanquecinas
Empolvadas por la mano humana.
Miradas cristalinas profundas
Inmóviles, firmes.


Cuerpos rígidos vestidos
De vivos terciopelos
Manos frías oliendo a goma mascada
Firmes, inmóviles .


Piernas torneadas cubiertas
Pies pisando la agrietada madera
Unas al lado de otras
Inmóviles, firmes.


Lacios flecos, cabellos ensortijados
Cubren sus inexpresivas caras.
Interior vacío, Vacío interno
Firmes, inmóviles.


Juegan en la soledad de la juguetería
Cuentan cuentos inconfesables
Bailan al son de la caja de música
Volubles, móviles.


Elegidas al azar
Bajarán de la estantería
A otra morada irán, solas, tristes
Lágrimas rodarán por sus caras blanquecinas
Mientras sus corazones bombean...
Volubles, móviles, latidos de porcelana.


Autora: Emibel

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5 Pronombres.:

Soledad Arrieta febrero 09, 2010  

Excelente Emibel. Mientras lo leía pensaba (supongo que a muchos lectores les sucederá lo mismo) que triste que también puedas estar hablando de otra cosa, no?
Me encantó, sos una grande!
Cariños!

Pluvisca febrero 09, 2010  

El poema es hermoso, pero las muñecas de porcelana me dan , bufff, vamos que no me gustan...

Yo soy de las de trapo o de peluche...jajajajja

Un abrazo de peluchin, asi , calentito

Ardilla Roja febrero 10, 2010  

En su corazón de muñeca han de sentirse tristes abandonando su mundo y siendo entregadas unas manos extrañas.

Un poema precioso, Emibel.

Hace unos días comenté en un blog que la poesía es un género extraño. Generalmente los poemas más hermosos, están siempre (o a mi me lo parece) inmersos en un halo de tristeza o melancolía. Es curioso.

Gracias por este rato.
Besos y feliz día.

emilio febrero 10, 2010  

Mi niña poeta... eres genial cielo.

Esas muñecas de porcelana que cobran vida en tus letras, corazones rotos
lágrimas en sus mejillas
tristeza en su hermosura.

Un beso. T.A.

anjali febrero 10, 2010  

A mi hija le encantan las muñecas de porcelana. Las ha coleccionado desde pequeña y las tenia en su habitación, en una estantería.

Cuando yo iba a asear su habitación y les limpiaba el polvo, las peinaba y las ordenaba; me daba la impresión de que vivian en su propio mundo.
Despertaban en mi sentimientos de ternura y protección.

Los mismos que he sentido al leer este poema que evocaba aquellos tiempos a la perfección. Gracias Emibel por haberme transportado a ese grato pasado.

Un besito.

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