Maquinas del pensamiento.

Te confundes cuando dices que hay algo más que amistad, lo siento. Pero cometes el error de precipitarte sacando conclusiones, lo intuyo. Tan malo es llegar tarde, como llegar antes de hora, aprender a llegar en el momento preciso.

Te equivocas, cuando te ríes dejando entre tus dientes palabras equivocadas, conclusiones  no maduradas. ¡Si, si! Ahora tú sonríe, pero no tardaras en darte cuenta del error, de verme como un Cesar perdonándote el patinazo que habéis pegado.

Ambos seremos clementes con vosotras y os exoneráremos de los males cometidos, del perjurio de vuestros pensamientos dictados, infantiles y vivarachos. Te confundes y se confunde, pero nos alegramos de vuestros errores porque así, somos conscientes de que crecéis, maduráis y fantaseáis.

Gracias por lo bien que nos lo hacéis pasar con vuestras descabelladas ideas. Pero nosotros no somos maquinas de enjuiciar. Solo somos eso, pequeñísimos peldaños que servimos para que vosotras vayáis un poco más lejos, un poco más alto de donde nosotros llegamos.

Nunca hablo de mi interior, cuando sé que hay algún oído cerca escuchando. Nunca vendo la piel del oso antes de matarlo,  no me precipito, no por correr, llego antes.

El texto, queridas es para vosotras, cuidado cuando lo leáis, no os estemos observando y  nos riamos, viendo como se os cayo vuestro castillo de naipes. La contestación a vuestras preguntas es: “No, no y no”

¿Qué parte del NO, no habéis entendido?

Bienvenidas al genial mundo de vuestros errores. ¡Pasad y sentíos cómodas!

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